La escuela: una construcción colectiva de vida y recuerdos

A menudo pensamos en la escuela como el lugar al que vamos a aprender matemáticas, historia o lengua. Y sí, es un pilar fundamental del saber. Pero la escuela es infinitamente más que sus aulas, sus pizarrones o sus libros de texto. La escuela es, ante todo, una construcción colectiva.

No es un edificio de ladrillos; es un hogar que construimos todos juntos, día tras día. Lo construyen los estudiantes con su energía, sus preguntas y sus risas; los docentes con su vocación y su guía; las familias con su apoyo y confianza; y el personal de la escuela que garantiza que esa «casa» funcione. Cada uno de nosotros pone una pieza esencial en este gran rompecabezas.

Porque la escuela secundaria no es solo un lugar de paso, es una de las etapas más hermosas y determinantes de la vida. Es un viaje intenso donde no solo acumulamos conocimiento académico, sino lecciones de vida. Aquí aprendemos a debatir, a ponernos en el lugar del otro, a caer y a levantarnos, a trabajar en equipo y a descubrir quiénes somos y quiénes queremos ser.

Cuando miremos hacia atrás, quizás no recordemos cada fórmula matemática, pero sí acumularemos recuerdos imborrables. Recordaremos las risas compartidas en el patio, los nervios antes de un examen importante, la complicidad en un trabajo grupal, la alegría de una meta alcanzada o la sensación de pertenecer a algo más grande que nosotros mismos.

Y, sobre todo, la escuela es el semillero de las relaciones más fuertes. Es aquí donde hacemos grandes amigos y amigas. Esos compañeros que se vuelven cómplices, que nos entienden con una mirada y que se convierten en un apoyo fundamental. Son lazos que nacen en la adolescencia, en la etapa más pura de la amistad, y que, muchas veces, perduran para toda la vida.

Como estudiante de la escuela secundaria te convocamos a:

Jerarquizar el tiempo dedicado al estudio porque de esta manera estarás dando forma a la llave maestra que te ofrecerá la oportunidad de ampliar tus opciones en la vida.

Venir a clases todos los días, ya que es el primer paso para un buen año de aprendizajes. Cuando no puedas asistir , cualquiera sea el motivo , avisa a la escuela y ponete en contacto con un compañero o compañera para saber que hicieron en clases o si tenes que hacer alguna tarea.

La persona encargada de contabilizar tus tardanzas e inasistencias es el/la preceptor/a, quien estará atento/a y se comunicará a tu familia para reencauzar la asistencia.

Preparse como integrante de esta escuela. En la Juana del Pino el uniforme es pantalón de jean y remera de la escuela. En el caso que no tengas la remera de la escuela, podes traer una blanca, sin inscripciones. Lo acordamos asi porque nos gusta reconocer como parte de una misma Comunidad.

Cualquier dificultad o duda respecto del uniforme, podes consultar a tu preceptor/a

Estar atentos/a a los canales de comunicación. La actualización de numeros de telefonos de referentes adultos/as de la familia y la firma de comunicaciones que se envían desde la escuela es, también, una forma de cuidarte.

Convivir en un ámbito de resolución pacífica de los conflictos. Para nosotros y nosotras, la convivencia es un aprendizaje, y creemos que la fraternidad escolar depende de nuestras actitudes y conductas de cada día. La escuela será un buen lugar si nos cuidamos entre todos y todas, y asumimos la responsabilidad de resolver de manera pacífica aquello que nos aflige o nos molesta.

Si siempre llegamos con ganas de aprender, sabiendo que el respeto es la base de todo vínculo con otros, y nunca nos vamos enojados/as o preocupados/as, es posible que podamos resolver todos los desafíos que se presenten.

Siempre, ante un conflicto o una dificultad, busca a un adulto o adulta de la escuela (facilitador/a, preceptor/a, profesor/a, etc).

Formar parte del Centro de Estudiantes. Es un lugar de participación fundamental y de pertenencia juvenil donde podes, junto a compañeros y compañeras, hacer tus aportes para fortalecernos como Comunidad Educativa.